08Nov,16

6 poemas de Roy Vega Jácome

Con dos poemarios publicados, Roy Vega Jácome se consolida en la movida poética peruana. En la siguiente nota encontrarás seis de sus poemas.

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Roy Alfonso Vega Jácome (Lima, 1988) estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su poemario Rumores de un arpa retorciéndose en la hoguera (Dedo Crítico, 2014) obtuvo una mención honrosa en el VII Concurso Nacional de Poesía “José Watanabe Varas 2011”, organizado por la Asociación Peruano Japonesa. En el 2015, su poemario Muestra de arte disecado (Ediciones Copé, 2016) se hizo merecedor del Premio Copé de Plata de la XVII Bienal de Poesía, otorgado por Petroperú. Textos suyos han aparecido en las antologías Recitales “Ese puerto existe”. Muestra poética (2011) y Versos en el aire V (España, 2016), así como en la revista digital Bitácora de Vuelos (México, 2016). Actualmente se desempeña como corrector de estilo y redactor cultural.


Oquedad

Volver por el conducto mojado
y ensanchar sus paredes con nuestras ropas
y sentirnos uno solo en la neblina
que ahora nos recibe con extrañeza.
recoger nuestras piernas en un perfecto círculo
y rebotar de un lado a otro en el éxtasis
y aferrarnos al tenso ritmo
que contiene nuestro rostro, nuestro mueca.
ignorar la soledad que germina con nosotros,
olvidar los arietes del cerebro desbocado,
fermentar los sentimientos y los claros de luna,
(al final somos bautizados
en un líquido irreconocible
que nos provoca dos enormes orificios
y nos delega la tarea de hacerlos palpitar).

axis mundi

provienes del sur,
de aquel espacio donde el río pierde su nombre
y desemboca en un ojo mortuorio.
provienes de la región
donde los climas confunden cegados por tu cicatriz
(inusual región para quien profesa constelaciones
o silba torpemente el cielo, sin alcanzarlas) .
provienes del inframundo techado con algodones
y rodeado por un aroma de larvas y frutos preñados.
¿por qué vienes, sol de cristal, reflejo,
imperfección acústica que raja mi coraza?
¿por qué marchitas mi memoria
con tu brillo estandarte,
con tus párpados de arena,
con tus cantos infranqueables?
¿por qué vienes hacia mí,
polvo subterráneo,
árbol de membrillo,
viento de langostas?
provienes del espacio más impuro y más nítido
de mis propios vestigios.

arquetipo

pertenezco y no pertenezco
al enigma violeta que se desprende de tu costado.
soy la creación menos perfecta
pero más fiel a tu ribera absoluta.
soy el aire que vive entre tus poros como un parásito
y no se disipa así sean carbonizados sus extremos.
me perteneces y no me perteneces,
arrebatada de mí por el guardián de la hierba
y el sonido de la carne.
a lo largo de las faenas del fruto y el labio,
emerges para depositarme en el lecho
donde duermen las orugas y se eternizan las crisálidas.
te asemejas al sol que se hace tolerable a los ojos
pero no renuncia a sus fauces quemantes.
te asemejas al muro fecundado por una pira de imágenes
que se aferran tercamente a un dios.
pertenezco y no pertenezco
al enigma que se desprende como una cascada
y riega los brotes de la joven humanidad.
similar al sonido de la carne,
trasciendes toda latitud, toda existencia.

pequeño ritual dionisíaco

el bosque etílico era nuestro santuario.
celebrábamos la consolidación de la libertad
acudiendo al entrañable bosque etílico.
había una especie de anfiteatro allí.
una plazuela de cemento en el rincón más alejado.
había botellas y cadáveres
junto a la colmena de papeles amarillos.
había espejos diseminados por el pasto
y la aurora desplegaba un concierto de flautas enfermas.
el entrañable bosque etílico.
el lugar donde perseguíamos a la leona de tres cuerpos.
la falsa estigia donde olvidábamos la pesadez del aluminio.

(A Vicente Cárdenas Chumbirayco y Williams Ventura Vásquez)

campo de cipreses

hundirnos en los surcos
que otros van abriendo con una cuchara de plata.
flotar en un delicado tamiz
que nos regurgita del tiempo.
perdemos en el santuario de mazorcas
como hermanos que nunca fuimos.
danzar bajo el árbol de mebrillo
y escuchar el rumor de las polleras y los muslos doblados.
ambos sabemos que los mitos familiares
se asemejan a este campo de flores rectas:
son otros quienes deciden que nuestros primeros pasos se lleven a cabo
en un paisaje donde el orden hace todo más hermoso.
corres por este edificio esquelético
y recuerdas aquel lugar donde las vigas no existían,
y yo era capaz de perderme en un laberinto de hojas secas.

(A Yuliana Padilla Elías)

soliloquio de un miércoles por la noche

no me conozco y tal vez nunca me conoceré
siempre he sido un extranjero en mi propio cuerpo.
y si quisiera empezar en este instante
-en este instante ya verbalizado-
no lograría alcanzar las profundidades que llevo impresas en mí.
no me conozco y tal vez no quiero hacerlo.
por algún artilugio de la intuición,
sé y no sé lo que encontraré allí.
Sé también que elimino opciones,
que mutilo las vagas orillas de mi rostro
y me complazco en contar las marcas
que van dejando las cortinas,
hundo mis espinas en los paisajes cuando nadie me ve,
y finjo que todo a mi alrededor se aleja,
cuando en realidad se acerca
para alojarse como un manantial en mi sangre
para volver y no reconocerme.

Si deseas leer más versos de Vega Jácome podrás leerlos en sus dos poemarios: Muestra de arte disecado y Rumores de un arpa retorciéndose en la hoguera, los cuales están a la venta en las principales librerías de Lima o también pueden escribir a [email protected].

 

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