27Oct,16

8 poemas de Emilio Paz

Melancolía y esperanza son los principales elementos que radican en la poesía de Emilio Paz, poeta que ya ha publicado su primer poemario y va por más. Aquí 8 de sus mejores poemas.

emilio paz

Emilio Paz (Lima, 1990). Escritor de prosa poética y amante del buen rock. Compañero fiel de los atardeceres y de la luna. Estudió Educación Secundaria, en la especialidad de Filosofía y Religión, en la Universidad Católica Sedes Sapientiae. Entre los escritos de Dostoyevski, Alighieri,Leopardi y Giussani encuentra las fuentes primigenias de su estilo literario.

Autor de «Septiembre en el Silencio» -el cual pueden adquirir en su página de facebook- y próximo a «Luna de Primavera».

Amores Olvidados
Pierdo el rumbo del camino
en medio del silencio
de la pena
de la desdicha.
Perpetuo silencio
que amarga cada sentido
cada palabra
cada verso.
Sin embargo,
el amor,
el amargo amor,
aún se abre paso.
Como marcha nacional
en medio de la policía,
como colectivo cultural
en medio del desamor.
Se abre paso con pundonor
en medio del desaliento
de la falta de apoyo
de la falta de fe.
Amor,
amargo amor,
que es dulzura
que es esperanza.

Perdidos

Perdidos, en medio del inmenso universo, divagan las almas que se buscan, se extrañan, se anhela, se desea, almas que se esperan por toda la eternidad. En medio del vertiginoso avanzar del tiempo, Que no se detiene a esperar, que no se detiene para reflexionar. Cruel tiempo que avanza y corrompe los cuerpos, transforma ideas, que destruye sentimientos.
Perdidos, en medio de la nada, en pos del todo, se encuentran aquellas almas que se aman, desde siempre, por la eternidad. Perdidos, deambulando sin rumbo, buscándose constantemente para completar sus ilusiones y sueños. Perdidos, sin causa de destino ni consecuencia de encuentro. Perdidos, como estrellas fugaces que convierten en eternos aquellos momentos tan pasajeros, tan falaces. Perdidos, dispuestos a encontrarse aunque el tiempo sea un asesino que avisa al llegar. Tiempo que consume los últimos recuerdos que permanecen de pie.
Efectos colaterales cuando las almas se pierden en el universos. Efectos colaterales que llevan al olvido o a la lejanía. El tiempo, silencioso asesino de aquellos últimos suspiros que expresan esperanza, que expresan añoranza. Cruel vaivén que consume el fuego de las almas.
Sin embargo, no todo está perdido. No todo está consumado. No todo está finiquitado. No hay que ser Dios para encontrarnos en todas partes, no hay que ser omnipotentes para ser capaces de todo. No hay posible esperanza que se pierda en el tiempo. Pues la poesía es eterna, es garantía de inmortalidad. La poesía es posibilidad de encuentro de aquellas almas que se aman, que se resisten a perderse por accionar del tiempo, que se imploran por alguna oportunidad, por algún segundo encuentro. Por alguna razón para que el tiempo se detenga cuando los corazones se encuentren.
Almas que divagan en el tiempo, perdidos por los miedos, por los misteriosos avatares de la vida. Almas que se pierden, que se buscan. Almas que se extrañan, que se aman. Almas que no descansarán hasta que se encuentren, hasta que no dejen de soñar. Almas que reclaman por un segundo encuentro, un encuentro que sea eterno.

Momentos

Eternos momentos
que se abrazan
de sutiles recuerdos.
Como poemas
lanzados al viento
que se aferran
de la esperanza.
Tal cual hojas de otoño
que se mecen por la brisa.
Eternos momentos,
que se abrazan
entre poesías y deseos.
Como poemas y versos
de sutil desdicha pasajera.
Tal cual pétalos de cerezo
que se acurrucan
durante el invierno.
Eternos momentos,
de aquellas fechas sin olvido.
Como dagas en el alma
o besos inconcluídos.
Tal cual permanece
alguna esperanza
en medio del silencio perpetuo.


Me pierdo

Me pierdo entre algunos recuerdos,
algunas fantasías
o algunas memorias.
Me pierdo entre Barranco
y cada banca que veo.
Me pierdo a la orilla de la playa
mirando al vacío
deleitándome con el atardecer.
Me pierdo,
sin rumbo aparente,
creyendo en algún mañana,
en alguna promesa
o en algún milagro.
Me pierdo entre algunos recuerdos,
que se vuelven poesía
al abrazar la noche,
al mirar a la luna.
Tal cual horizonte perdido
en donde divaga el alma
en donde se pierden los sentidos.
Me pierdo,
me pierdo,
me pierdo,
entre el camino sin retorno
o la poesía en ruta.
Pues el verso no pierde esperanza
ni el poema muere.
El amor no desfallece
ni pierde su fuerza.
Me pierde entre algunos recuerdos
de amor,
de esperanza,
de poesía,
de alguna tarde en Barranco.

Te vas
Sin despedirte,
sin anunciar,
sin dar previo aviso,
te vas.
Marchas de aquí,
prosigues tu caminar.
Tomas un rumbo diferente
partes sin mirar atrás.
Coges tus sueños,
tus ideales,
aquellos malditos temores
y te vas.
Anuncias tu marcha,
con calma serena.
Pues es el adiós
un sempiterno retorno.
Un regresar a la memoria,
a aquellas falaces promesas
de interpretaciones escuetas
de conversaciones pendientes.
Sin despedirte,
sin anunciar,
sin dar algún aviso,
partes de aquí.
Marchas
y te vas.
Te despides de todos
menos de mí.
Aunque el mundo sea redondo,
aunque nos volvamos a encontrar,
como dos hojas en el viento
nos vamos a desconocer.
Silencio y promesa rota
de aquellos amores inconclusos.
Historias sin terminar
ni un final dado.
Sola te vas,
marchas a futuro mejor.
Partes de aquí,
te alejas de mí.
Vacía promesa,
quebradizo corazón.
Pues la rosa del amor marchitó
y el adiós se consumó.

Adiós

Una despedida es parte de la vida. Un inicio peculiar, diferente al resto. Es como aquella estrella serena que se aparece sin avisar, que se escapa de las nubes y se presenta frente a un corazón que recita melancólica poesía.
Una despedida que augura algún tipo de dolor o indiferencia. Una despedida que es significancia para aquellas almas que no se permiten soñar, para aquellas almas que se limitan a creer. Un adiós que es parte del vivir, del morir, del diario crecer, del frío despertar o del taciturno soñar. Un adiós que es puerta abierta a algún universo paralelo, en donde los sueños ya no sean solo canciones sin melodía y las poesías no solo sean fruto de la mera imaginación. Una despedida que ya no es eterna, que solo es bramido insostenible de aquellas bestias interiores que desean descarnar el endeble corazón y, lentamente, hacerlo desaparecer entre los umbrales de la muerte.
Fría indiferencia que marca un cobarde adiós. Un simple gesto de elocuencia corporal que anuncia la partida del amante. ¡Adiós perpetuo! para aquella alma que dejó de soñar, vivir y esperar. Mentiras perversas que indican un adiós inconmensurable. Elocuencia serena para aquella alma que encuentro la puerta de salida a aquella realidad que tanto daño le hacía. Sencilla reflexión personal, sencilla promesa rota con el devenir corporal. Alma que sucumbe, cuerpo que se corroe. Dulce silencio que es acompañante perfecto a este agrio adiós, que supone lejanía y renuncia, que augura tristeza y amargura. Adiós sempiterno de aquella alma que rechaza todo sueño, que prosigue escribiendo poesía hacia el Eterno.
¿Cómo despedirse de un amor que ya está muerto? ¿Quizá con odio y amargura o con sencilla elocuencia e indiferencia? No. Solo despedirse en cada verso entregado, en cada beso que sea robado. En cada cuerpo que se lleve consigo una pizca de pasión y una carga de placer. Un adiós perfecto a una espera mal hecha, un adiós perfecto a una promesa fenecida. Un adiós que supone melancolía, pero que es fruto de un miedo, de una magra cobardía. Indiferencia que es escudo ante la verdad, indiferencia que es veneno para toda amistad. Dulce crueldad de silencio que solo se arropó con una banal esperanza.
Frío adiós, sujeto al silencio y a la indiferencia. Hoy no te despides, amada mía, hoy me despido. No me despido de la poesía, pues en ella estarás eterna como aquel mal recuerdo que hoy pregono en mi elocuente verso. Pero hoy me despido de ti, amado sueño, al cual sucumbí por mucho tiempo. Hoy me despido de ti, querido anhelo, pues fuiste una mortaja que fue dulce veneno. Hoy me despido de ti, querida esperanza, fuiste la droga perfecta para escapar de la realidad.
Hoy no te despides, hoy me despido. No de mis poemas, sino de mi alma.

Ahí

Y todo quedó ahí. 
Cómo había empezado,
como debía continuar.
Y todo quedó ahí,
Comenzó como juego,
terminó como ilusión.


Y todo quedó ahí.
Las viejas notas de amor,
Las innumerables historias rotas.


Y todo quedó ahí.
Nada éramos,
Nada fuimos.

Fotografía

Poemas que reclaman ser extraídos de aquellas imágenes estáticas, llenas de amor, llenas de vida. Poesía en movimiento que se detiene bajo algún flash, bajo alguna captura. Somos cazadores de belleza, somos protagonistas de novela. Sin embargo, ¿quiénes somos para silenciar la belleza de un poema en movimiento?
Versos que se dibujan en estática rima. Descripción taciturna de alguna imagen quieta o melancolía perpetua de alguna fotografía que será eterna. Serendipia de encuentro, en la captura realizada. Epifanía del alma en el sello programado. Somos solo los silenciosos testigos de la belleza que se expresa en una foto que reclama por su poema, que reclama por su verso. Somos los dulces juglares que buscan inmortalidad, que expresan dolor, que anhelan la cura a la melancolía.
Descripción de imagen estática, de improvisada captura. Dulce temor, tímida poesía, que nace al apreciar una captura marina. Cabello abrazado por la brisa del mar, vestido que encaja en dulce silueta que es epifanía para los ojos que aprecian, serena sonrisa que se dibuja en el arte de la poesía que se esconde en la fotografía. ¡Belleza capturada! Belleza encontrada. Belleza dibujada en silueta femenina, que es aprecio poético, que es pecado escribidor.
Versos que se lanzan a la mar. Versos que se abrazan a la silueta de mujer. Versos que se abrazaron a la brisa para danzar con la sonrisa que hoy describimos. Poesía en movimiento, capturada por alguna cámara. Poesía en movimiento que se detiene en el tiempo.
Eternidad de belleza, poesía que encandila.
Somos el silencio oculto, la promesa callada. Somos aquellos quienes apreciamos la hermosura de la poesía en movimiento que se detiene bajo el lente objetivo del fotógrafo. Sonrisa eternizada en imagen sincera, que reclama por ser verso, que reclama por ser inmortal.

Poesía tímida, poesía que admira.
Poesía que hoy se entrega a la sonrisa que cautiva en medio de la nada, en medio del todo.

Si quieres leer más de Emilio Paz puedes seguirlo en su página de facebook o en su página web.

 

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