29Jul,18

DOSIS DE CUENTO: ‘SI YO ESCRIBIERA TE CAGO’

Escribe: David Flores Heredia.

Cualquiera en mi barrio me puede decir: “si yo escribiera te cago”, tal como el negro cabro, cincuentón, cabello prieto pintado de rubio, ojón de pestañas largas, alto, flaco, jean negro al cohete, top rosa y zapatillas blancas, labial fucsia, que antes de decirme eso estaba gritándole a sus dos acompañantes, apoyados sobre un vocho antiguo blanco, dos am, cuatro carros más frente a frente, aceras chicas, pero arteria, venden merca, pasan varios palomillas, pero es tranquilo si conoces cómo moverte, pero si no… esos sitios de rica salsa, mi barrio, les gritaba: “¡De qué mierda se ríen!, ¡de qué mierda se ríen!”. Y veía como diva a todos alrededor. Yo pasaba a comprar una gaseosa donde el zambo de la tienda chiquita, dos bancos, una mesita, venta de tabaco y licor delicioso a esas horas, que está al lado de la Quinta, punto dado a conocer por varios forajidos de antes y uno que otro de ahora. La huevada es que pasé y me atajó diciendo: “David dame una miradita” y yo le mandé un beso –se acercó inmediatamente y me agarró la barbilla, mientras miraba mis labios, sus ojos cerca, parecía que quería besarme, le pregunté: “¿oe leíste mi libro?”. Respondió: “ay, ¡si yo escribiera te cago, te juro!…” y me dio una cátedra detallada de lo que contaría, y “que nadie le diga nada porque hay libertad”.

Regresando, tras hablar con el cabro, veo a un amigo, pálido, raya al medio, pocos dientes, arrodillado entre unos arbustos pequeños y sucios, pantalón abajo, defecando en medio del jardín que funge de centro para una calle larga de doble vía que es justo la de mi edificio. Lo veo y saludo alzando la cabeza, él recibe mi saludo normal, como pensando en otra cosa mientras natural descargaba, en plena madrugada, sobre el césped viejo y terroso, con el polvo nadando en el aire y las bolsas volando, al lado de otros excrementos dejados por allí. “El pai lo debe estar rayando” pensé, ya cerca agregué: “¿y qué fue, en qué estás? “En nada papi”. A pesar que estaba en pleno esfínteres no me aguanté: “¿Oe leíste mi libro?”. “Puta causa no, pero de veras sí… o sea, es que he leído desordenado, una que otra página porque tú sabes el trabajo y no hay tiempo, o uno no se da cuenta y bueno… la firme causa que no te entiendo ni mierda, ¡si yo escribiera te cago, la firme que te cago!…”. Así escuche nuevas buenas de un ser agitado que tratando de no perder su equilibrio detallaba mis errores.

Seguí mi camino ya vacunado contra toda posibilidad de ganar un solo lector y  subí a mi edificio y en plena escalera del tercer piso veo a un vecino dándole de culo a su amigo gordito cholón. Yo no sabía que también era cabro, sino normal pasaba sin escándalo, o sea no escándalo, sino sin ese ratito que miras absorto la sorpresa y sigues normal, como cuando he visto, en el mismo escenario, varias veces: tías clavadas en cuatro agarradas al pasamanos temblando, chibolas ojos cerrados, tíos pendejos con putas ricas y reílonas, además de chibolos palteados, que sin salirse de su contento al menos saludan; resalto saludan porque hay otros que se asquean cuando apareces, como si fuera su vivienda o escupen a un lado y ponen cara de aburridos hasta que uno sube. En fin, subí cueteado y entré a comer y tomar algo a mi casa y descansé un buen rato.

Más tarde, como a las tres, salí al balcón para mirar la luna y el barrio, y al ratito salió mi vecino de la izquierda, el blanquiñoso lampiño que estaba de activo escaleras abajo, ya tranquilo, en sandalias y short de pelotero, junto a su esposa. Me explicó que salieron para mirar del balcón y ahí nos pusimos a charlar. Al rato su novia se fue a dormir, amenazando que lo iba a granputear si se quedaba mucho, él la observó hasta que se fue, luego me miró y me dijo: “Causaaa…” y sonreía sin dejar de mirarme y taparse la boca aguantando la risa. Le respondí: “normal hermano, ya fue, ¿en qué estás?” -la verdad no quería entrar en detalles o hablar del tema sabiendo que su esposa allí nomas estaba. “Causa… la firme que ya pe, ya tú sabes, cuando a uno le gusta su ya pe” -y me hacía una señal como agarrando de las caderas a una persona sensual imaginada de espaldas. Me reí y como cambiando de tema le pregunté: “¿oe y has leído mi libro?”, respondió: “puuuuuta causa escribes bien pulenta, pero la verdad si…” -en silencio gesticulaba como buscando en sus manos una palabra- “o sea está piola, piolaza, pero ¡por qué no has hablado de los choros causaaaa! De toda la palta que dan los chibolos cuando se agarran a balazos, que sean forajidos está bien porque el barrio es así, debe ser forajido, pero que sea respetado de verdad para que no vengan a joder, y así poder hacer crecer a todos los chibolitos, sin excepción, sin miedo a una bala, sin palta de tener que correr o ver a sus padres palteados, llorando o lo que fuere… a la firme cuando uno ve tombería se mete pa que no se los lleven, pero también mita-mita pe, también háganse querer pe… hay cosas… hay cosas… ya habrá consciencia conchadesumadre”. “Sí, tienes razón, pero -obsesivo- ¿qué te pareció, te gustó algo de mi libro aunque sea?”. “Causaaa tú no escuchas ¿no?, te estoy diciendo que sí, que escribes pulenta, pero en tu onda pe, tú sabes, tu onda, no sé cómo explicar, pero tú sí pe, en tu onda, tú debes saber pe florero, porque a las finales ser escritor es inventar huevadas, pegarla de extraño y sentir mil y un torturas que te muerden, pero al final qué chucha pe, somos la misma tierra por fundirse como dos cabros en tu escalera, jajajajajaja”. Reventó la carcajada y neutralizado a preguntar lo que sea, cagué de risa y me sentí aliviado. Así nos quedamos hablando un ratazo de los audios, de la corrupción de mierda, del fútbol… De ahí, como a las dos horas, casi a las cinco, sale la mujer de mi vecino y le dice que entre que ya es hora que no joda más, y él, tranquilo, lento, como poniéndose perezoso, bosteza y se despide chévere de mí, pasa. Ella se queda y me dice: “oye David leí tu libro, sales bonito en la foto”. Y mirándome fijamente, sonriendo, mordiendo sus labios y yéndose agrega: “pero si yo escribiera te cago”.

Compartir en: