Escribe: Juan José Sandoval.
Robos por doquier en un absurdo espacio hecho para quitarle el rótulo de megaevento al Vivo X el Rock 10, le quedó grande la responsabilidad a un productor que de pronto se convirtió en benefactor de inmigrantes, con una gran presencia de jóvenes extranjeros trabajando como seguridad del evento y producción logística.
Para que después no digan que hablamos por referencias de terceras personas, fuimos al evento, pasamos los controles a las 5 de la tarde. Y adentro pudimos constatar lo que muchos comentarios mencionaban: el cambio de locación reducía los espacios y ponía en peligro la seguridad de la gente.
Con una sola calle como explanada para que los asistentes se desplacen de norte a sur y viceversa, es como si se hubiese hecho en la avenida Larco, con lo que implicaría tener a más de 30 mil personas apretadas.
De los shows se puede decir poco, pues con artistas consagrados como Miguel Mateos o Vilma Palma, gente que ha tocado miles de veces desde hace varias décadas las mismas canciones, es difícil que puedan hacer una tibia performance, son canciones que se tocan y cantan de paporreta como ‘Cuando seas grande’ o ‘Auto rojo’.
Por la ruta más actual Juanes, Residente, Zoé, Alan Walker y Deftones mostraron niveles de calidad mundial, shows que se presentan en estadios grandes, pero aquí parece que la consigna de la producción fue bajar los costos y se notó en una locación más pequeña y la contratación de extranjeros para la producción del evento.
Los organizadores de Vivo X el Rock luego de asegurar un nivel de calidad de sonido y de producción en escenario se han dedicado a mal baratear cada detalle que refiere a la experiencia de asistente. Para ir a los baños había que padecer un vendaval de multitudes que hacían colas interminables. Y para ironía, en la Concha Acústica se puso el escenario alternativo de rock peruano, donde no se vendía cerveza. Preguntamos por la disposición y ningún colaborador del evento dio respuesta.
Los grupos de rock peruano dieron buena presencia, destacaron Achkirik, La Inédita, Barrio Calavera con su ambiente futbolero, y Difonía. Ver tanta calidad da buena vibra para seguir creyendo en la escena local.
Pero mientras haya una actitud de parte de la producción por querer hacerlo todo más barato, mal empacado, hecho a la mala y con claras intenciones de comercio mercenario, estamos jodidos (rejodidos diría Galeano).
¿Por qué de un estadio pasan a una calle de cuatro carriles? ¿No es evidente que se ha generado un cuello de botella que pudo haber generado una tragedia?
¿Cómo se dio tanta presencia de colaboradores extranjeros? Acaso no ha sido una intención de abaratar costos, ¿están en regla sus estatus migratorios?
¿Saldrá nuevamente el señor Ramos a los medios para hacer un mea culpa que ya parece un perdón sistemático sin sentido crítico?
Por último, mencionar que a un músico colega, de la banda Pooow!, sufrió el robo de su billetera, se la sacaron de un bolsillo con cierre. Él estuvo ubicado en la consola de la Concha Acústica. Seguiremos recopilando comentarios porque así como a nuestro amigo, han ocurrido varias cosas…