El reciente ganador del X concurso “El Poeta Joven del Perú” presenta el poemario con el que recibió tal distinción en la Casa de la Literatura. Lee en la siguiente nota algunos poemas.
Luego de 18 años se volvió a convocar el importante concurso “El Poeta Joven del Perú”, premio que supieron ganar Javier Heraud, César Calvo y Luis Hernández, poetas fundamentales en nuestro país y que ahora Roy Vega Jácome se suma a ese grupo de escritores reconocidos.
Ganador de la X edición otorgada por el Centro Cultural y la Fundación Marco Antonio Corcuera, Vega Jácome se convierte en una de las más destacadas voces poéticas en la actualidad. Su obra toma relevancia y se pone en los ojos del público. De esta manera presentará su libro Etapas del espíritu/runas grabadas en mi piel, el poemario con el que ganó la distinción y que ahora todos vamos a poder disfrutar,
El evento se llevará a cabo el sábado 27 de enero en la Casa de la Literatura desde las 7 de la noche en una velada donde también participarán os poetas y literatos Sergio Gómez Reátegui, Pamela Medina García y Juan De La Fuente Umetsu. El ingreso es libre.
Te dejamos a continuación 3 poemas del nuevo libro del autor peruano:
—una noche descubrí que bajo mi cama
había pequeñas ciudades azotadas
por un dios con traje oscuro—
de niño siempre detesté los rompecabezas.
en cambio, me agradaban los bloques de plástico.
ese plano frío, recto, de los rompecabezas me hastiaba:
las figuritas que se despellejaban con facilidad,
el olor a madera barata, el diseño burdo.
con los bloques era distinto.
lo primero que construí
fue una especie de edificio alargado.
estaba en compañía de mi hermano mayor, recuerdo bien.
mientras yo construía, él me iba contando una historia.
me decía que muchos esclavos estaban sufriendo;
que el rey de mi imperio era implacable
y exigía más hombres, más decesos.
para cuando terminara,
aquel edificio (era una torre)
quedaría maldito para toda la eternidad.
en su base descansarían huesos mezclados con arena y marfil.
de noche aullarían los espíritus cerca de las ventanas,
y el rey no podría pasar más de una hora en aquella estancia.
al terminar, mi hermano depositó sus ojos en los míos:
«felicitaciones, has construido tu primera soledad».
—intento de parábola + rubor oriental
o de la naturaleza de los ejercicios estilísticos—
los animales de papel pastan despreocupados.
se mueven en el pequeño mundo que acaba en mi escritorio.
no hay cadenas alimenticias que los amenacen
y una muñeca japonesa vigila su sueño.
ellos pastan libremente
sin temerle al temblor o al volcán,
ignorando la presencia de dioses y espejos.
no le temen siquiera a un probable incendio,
pues saben que de sus cenizas crecerá un nuevo árbol.
estos seres sin edad ni resonancia
han adquirido la sabiduría que muchos hombres persiguen sin descanso.
{ del reconocimiento mutuo }
/ reconocernos equivaldría /
/ a incinerar esos racimos de palabras y cucarachas peludas /
/ que caen de nuestros labios /
/ cuando nos besamos /
/ en medio de la búsqueda constante por evadir una cascada /
/ o adoptar las armas del fuego doméstico /
/ o ser acribillados por el aire /
/ o hundirnos en las grietas del temblor oscuro /
/ mira cuántas conjunciones con los elementos /
/ para intentar ser uno solo /
/ y luego sabernos tan ridículos /
/ como las hormigas que practican la escritura automática /
/ cuando nos besamos /
/ y comenzamos a sospechar /
/ que todo desemboca en la sangre que rige nuestra época /
/ hemos optado por destrozar los espejos /
/ y reconocernos como dos ermitaños /
/ que sucumbieron a una temporal herejía /