El pintor que quería ser roquero
el roquero que quería ser pintor
por Ximena Salles, editora Dosis
El rockstar Ronnie Wood tiene una pasión que no es precisamente la música: el arte. En la película “The Rolling Stones Olé, Olé, Olé!” de la BBC de Londres y lanzado esta semana por Netflix sobre la última gira de la banda por América Latina, hay una historia para recordar.
Wood aparece en el capítulo dedicado al Brasil con Ivald Granato el artista plástico en un abrazo infinito: sincero, sentimental, con amor, y sea tal vez una de las partes más emotivas del filme sumando un performance artístico: un mural en Sao Paulo, al lado de Granato, pintándolo son suma naturalidad ante algunas miradas de pocas personas que pasaban por el callejón del Batman, en la Villa Madalena, en la zona oeste de la megapolis paulista y llegó allí para mostrar al Stone nuevos artistas. Y ver a ambos allí, pintando es una alucinada fuera de serie y color. La lengua histórica de los Stones quedaba para siempre en una pared del Brasil y hecha nada menos del artista roquero: el guitarrista Wood.
Desde 1990, donde inauguró Faces, Time and Places (Rostros, tiempo y lugares) en la galería Broome Street Gallery, de Nueva York, el Stone Wood dijo que era un roquero que quería ser pintor. Esa vez, ante la crema y nata del mundo, presentó más de cien cuadros y bocetos. No faltaron naturalmente sus compañeros de grupo Mick Jagger, Keith Richards y Charlie Watts.
Pero, cómo así se hicieron amigos, cómo así un Stone se enamoró del arte de Ivald Granato, de ese brasileño artista que murió años atrás a los 66 años?.
Son más de 30 años de amistad, revela la hija de Granato para OGlobo de Brasil. “El dúo se reunió en Brasil y se los puede ver en Olé Olé Olé… pintando juntos sobre un lienzo. Su amistad es intensa aunque no se hayan visto en muchos años”, confiesa.
“Fue formidable, un encuentro feliz, hacía tiempo que la gente no se veía, está todo muy bien, él está muy bien. Conoció Wood en un show, le gusta las artes plásticas, hizo Bellas Artes y tenía un conocimiento de mi arte” dijo en algún momento Granato.
Brasil aparece una escena en una favela, la que un habitante oye a Stones en su losa, y trae un momento de intimidad del guitarrista Ronnie Wood. La comunicación entre Ronnie y él era en el arte, por eso grandiosa. Extrapolaba cualquier barrera. Fue allí el escenario escogido por el guitarrista para hablar de su pasión particular por la pintura. Como ella lo lleva a viajar, tanto como en las giras musicales. En esa parte de la película, las escenas muestran amigos pintando juntos y el gestual de ellos con los pinceles, en tomas muy bonitas. Un roquero que ama ser pintor en su tiempo libre. Y un pintor que amaba ser roquero. E no final do filme o crédito: “Olé! Olé! Olé é dedicado à memória de Ivald Granato”.
“Le dedicamos la película a Granato, porque falleció justo después de que lo hicimos –le dijo Wood a Billboard en la premiere de la película en el Festival de Cine Internacional de Toronto–. Se fue en paz”.
“Adiviná que pasó después: llegó el cuadro a mi casa. Me lo mandó a mi casa de Londres, porque lo terminamos después de filmar. Me llegó el día en que murió”. Te amo”. Eso es todo lo que podía decir en inglés –contó Wood, imitando su acento años atrás. Una amistad de puro color y armonía.
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