El de los Gallagher no fue el único vínculo fraternal en la música marcado por los insultos.
Un día de tragos en algún barrio de Manchester. El año es incierto. Dos hermanos de clase trabajadora comparten un cuarto en la casa materna: mientras el mayor duerme, el menor acaba de llegar borracho y necesita el baño con urgencia. “Ese día no pude encontrar la luz de nuestro cuarto, así que oriné sobre el estéreo nuevo de [mi hermano] Noel. Creo que todo lo que nos pasó después se remonta a ese hecho”. El que habla es Liam Gallagher, ex cantante de la banda británica Oasis, que en 2017 le contó a los productores del documental Supersonic sobre el origen de su legendaria bronca filial. No se sabe si la anécdota que cuenta es cierta o una fanfarronada, pero es verosímil porque los hermanos han hecho una carrera basada en sus canciones épicas y en su talento para pelearse por las cosas más estúpidas.
Para el mayor de los Gallagher, Noel, la cosa se remonta al mismo tiempo que su mamá trajo del hospital a su hermanito menor, el más agraciado de la camada. En el citado documental, la distinguida doña los describe como personalidades opuestas: Noel era callado y le gustaba estar con su guitarra. Liam era buscapleitos y un engreído. Las posiciones estaban pintadas para cuando Oasis echó a andar. El primero sería compositor y guitarrista; el segundo ya era el frontman natural, es decir ese que sabe cómo llamar la atención.
Las peleas entre los Gallagher son monumentales. La mayoría de ellas por el control creativo, que era dominio de Noel; o por la afición a la parranda de Liam, que una vez llevó un troupe de desconocidos a una sesión de grabación de su segundo disco, el multiplatino (What’s the Story) Morning Glory? (1995). Esta terminó del modo menos fraterno posible cuando uno le lanzó al otro un palo de críquet en la cabeza para que se largara.
Las cosas llegaron a lo físico en otras oportunidades: en 1994, en su primera gira a Estados Unidos, Noel dejaría la banda luego de que Liam le arrojara una pandereta. En el 2000, se fueron a los puños en Barcelona, cuando el cantante se atrevió a dudar de la paternidad de Anais, la primera hija de su hermano mayor. Y así hasta el último concierto del grupo, en Francia, cuando se reportó que el menor de los Gallagher había destrozado una guitarra de su hermano, que antes había blandido como hacha contra él. Noel admitió que hubo “un poco de kung fu” en ese camerino. Los organizadores se vieron obligados a comunicarles a los miles de presentes que el concierto se había cancelado porque “Oasis ya no existe más”. Y así ha sido desde entonces.
Noel Gallagher, un maestro del sarcasmo, ha descrito a su hermano pequeño como el hombre más asado que vayas a conocer. “Es como un tipo con un tenedor en un mundo de sopa”, ha dicho. Desde la ruptura de Oasis, las peleas de nuestros personajes no han cesado, solo se han trasladado a las redes y el nivel de virulencia de sus intercambios en entrevistas hace imposible una hipotética reunión del grupo.
El año pasado ambos editaron LP en solitario. Noel va ya por su tercer largo junto a High Flying Birds. Liam anduvo un tiempo con la banda Beady Eye, armada con las cenizas de Oasis, y el año pasado editó su primer disco solista en estricta regla, As You Were, con composiciones propias que ganaron excelentes reseñas, y que presentará a Lima este 27 de marzo.
Qué bonita familia
Por supuesto, Liam y Noel Gallagher no son los únicos hermanos y rivales en la música. Esa dinámica en el rock la inauguraron los Everly Brothers, Phil y Don. El anecdotario cuenta que el primero le rompió una guitarra en la cabeza al segundo, cuando se apareció borracho en un show. Si algo le preocupó del hecho a Phil, fue haber dañado la guitarra. En los mismos años 60 estuvieron los Kinks, miembros destacados de la llamada Invasión Británica, que tuvo a los Beatles a la cabeza. Ray y Dave Davies fueron los hijos menores de un matrimonio de diez hermanos y pelearon desde siempre por atención. Sus peleas constantes, a puñetazos muchas veces, y el mal comportamiento de todo el conjunto en general llevaron a que el grupo fuera prohibido en los Estados Unidos, lo que les restó una gran oportunidad. (Oscar García / El Comercio. Ilustración: José Carlos Chihuán Trevejo)