Una reseña de Carlos Enrique Saldivar de Pesadillas 1, una selección de cuentos de terror de Efer Soto dedicado para un público infantil y adolescente.
Escrito por: Carlos Enrique Saldívar
VV.AA. Pesadillas 1. Efer Soto (Selección). Lima: Apogeo, 2017. 78 pp.
Es llamativo y a la vez emocionante ver cómo hay un despegue en la actualidad en Perú de la literatura de terror. Ahora es más fácil encontrar libros de autor que traten estos temas (de cuentos, novela, poesía, microrrelato, ensayo o textos híbridos –en estos momentos me encuentro a la busca de otras corrientes discursivas insertas en el asunto, como el teatro, y mis indagaciones están dado frutos–), también fanzines, revistas, webs, blogs, selecciones, muestras, antologías, webs-revistas, blogs-revistas, páginas de autor (o de terror en general) en las redes sociales. Todo lo mencionado antes implica el ámbito nacional. Incluso hemos tenido un certamen literario dedicado al género en 2013 (el 13 parece ser cabalístico): el Primer concurso de cuento de terror de la Sociedad Histórica Peruana Lovecraft. Es un tanto difícil discernir cuándo se dio este despegue del terror en nuestras letras; no obstante, en mi prólogo a Tenebra, muestra de cuentos peruanos de terror, libro que compilé este año (y que fue un éxito más allá de toda expectativa), sostengo que fue en el año que he mencionado líneas atrás, en 2013, debido a la formación de grupos, redes, comunidades, los cuales han llegado a editoriales y, consecuentemente, a la obra publicada. Se habla de textos de calidad, no de meros ejercicios destinados al olvido, que los hubo y por fortuna son pocos. Hoy en día se puede hablar de ficciones peruanas de terror de buena factura. Los escritores siempre han estado ahí, y ahora tienen las plataformas para mostrar sus trabajos.
Hay niveles con respecto al lector al que se destina este material, hay vertientes del género, como el gore, el horror, el terror, el gótico. Hay libros y textos cortos destinados al público adulto, y a un público con un regusto por lo obsceno, lo mórbido, lo insano. Aclaro: no a todos los lectores adultos les agrada un tipo de relato donde lo narrado sea muy fuerte. Eso, respecto de un nivel del terror. Existe otro nivel destinado para lectores adultos, aunque allí prima el suspenso, los mecanismos del miedo, y el resultado no es demasiado «demencial», por lo tanto, este tipo de historias pueden ser leídas también por adolescentes.
Y existe un tercer nivel que me parece muy interesante (sobre el cual expuse una vez): el terror para un público infantil y adolescente, ficciones terroríficas que puedan ser leídas por escolares. He aquí un punto notable que tiene «Pesadillas», selección compilada por Efer Soto, dentro del catálogo de su editorial: Apogeo. Se trata de seis (otro número cabalístico) textos de terror disímiles entre sí, a los cuales une esa multiplicidad de sensaciones deleitosas, y al mismo tiempo espeluznantes, que hacen que no podamos dejar de leer.
En De Eros a Keres, de Irving Arthur Chávez, hallamos la disociación patológica, tipo de narración tan cara a la impronta de Poe; cuento donde las pistas se nos revelan poco a poco, aunque con un ritmo veloz que muchas veces queda bien en este tipo de ficciones, y aquí encaja a la perfección.
El dios, de Francisco León Adriano Carrasco, es un texto de corte lovecraftiano y borgiano (claro, tal unificación es posible), con sus saberes ancestrales, libros prohibidos y un juego con el lector, para que al final elija una de cinco opciones y decida qué fue lo que pasó (me quedo con la quinta; al leer el relato, usted entenderá el porqué).
Mi amigo Frank, de Carlos Trujillo es un cuento sobre la locura, tema recurrente en las obras del autor. En esta ocasión, las anormalidades son narradas por un testigo, de esos que se aterran ante monstruos «humanos»; es llamativo el recurso de la ciencia ficción que usa el autor y aparece de forma inesperada.
En Delirium, de Vittorio Testi, hay, como su título lo indica, un desenfrenado viaje hacia los rincones del desvarío.
Ella, de Jeremy Torres-Montero, es, en apariencia, un cuento urbano con toques de desamor; no obstante, hay aquí una vuelta de tuerca macabra que confirma una vez más a este autor como un notable hacedor de cajas mágicas, o siniestras, las cuales al abrirse nos deparan más de una sorpresa.
¡Abre los ojos!, de Jesús Santivañes Valle, texto que cierra el volumen, de inicio evocador, tiene un desarrollo febril que nos sumerge en las entrañas de un conjuro y sus aterradoras consecuencias; una pesadilla que captura y fascina; este relato es mi favorito del conjunto, quizá porque me encantan los relatos de brujería, por lo tanto, de brujas: sus aventuras, conjuros y las consecuencias del uso de la magia.
En suma, considero que «Pesadillas 1» es un libro muy ameno e importante en los tiempos presentes, en los cuales el terror se consolida como un género valioso entre los lectores, ya que puede brindar numerosas páginas de verdadera literatura. Ojalá surjan pronto nuevas «Pesadillas».
*El texto fue leído en la Primera Miniferia de libros de terror y ocultismo (Lima), el 3 de noviembre de 2017, con motivo de la presentación del volumen «Pesadillas 1».