Dos mujeres, una mayor, adulta mayor. La otra joven, de 22. Una era sabia, jefa shamánica y cultora ancestral de la medicina natural. Por su lado, Eyvi Agreda combinaba el trabajo con una vida noble y emergente. Digo combinaba porque ese éxito que reflejan nuestros héroes anónimos lamentablemente no podrá ser más para Eyvi, quien ha sido quemada por un enfermo de nombre CARLOS JAVIER HUALLPA BACA, quien le roció gasolina dentro de un bus público incluso delante de todos los pasajeros que vieron casi morir a Eyvi.
Eyvi está en UCI y el daño es irreparable, quizás un abogado del diablo podría arriesgar a especular qué hubiese sido mejor, vivir o morir.
Esto, a no más de una semana del asesinato de Olivia Arévalo en la selva peruana, a manos de un extranjero drogadicto que habría disparado contra nuestra shamana por un tema que más tenía que ver con una deuda de su hijo.
Antes que la ley llegara el pueblo tomó la justicia con sus manos y el canadiense fue muerto ahorcado en un charco de lodo donde antes fue brutalmente golpeado. Existe registro visual de lo ocurrido y son imágenes realmente dolorosas.
Pero el dolor queda en la imagen, lo que no se vio no se siente.
Si hubiéramos grabado la muerte de Arévalo y la comparábamos con la muerte de su asesino, ¿quién da más likes?
Volviendo al caso del agresor del bus, del enfermo que echó gasolina a una bella joven y a la gente pasajera del bus. Ni siquiera hemos visto cómo ha quedado Eyvi pero ya queremos ver la sangre de este sujeto correr por el espantoso suelo de una cárcel.
Cárcel que lo hará ducho en reventar sus complejos y resentimientos a futuro. Lo que entra como un simple ladrón de frutas sale como un avezado delincuente. Aunque la suerte de Huallpa Baca está totalmente consumida. Es probable que no vuelva a ver la calle, aunque hubiese sido mucho más justo que lo agarren como lo hicieron con el canadiense drogadicto.